SAM SAM 3 +3

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Amanece. tras una noche acompañada por el ruido de una oveja que comparte los 24m de los vecinos. tres al menos. por lo que sé si tienen electricidad , agua corriente no. Los gallos llevan un rato con su canto y comienza la limpieza. lavarse con una tetera en el suelo, barrer un suelo de tierra muchas veces aplastando. acicalarse…. aquí hasta las niñas pequeñas acuden al colegio como para una boda.

La temperatura es alta, pero tras unas horas viviendo en un istmo ya hemos aprendido a aprovechar las corrientes de aire

Como las casas asturianas tienen que compensar el gris del cielo con los colores de las fachadas, aquí son los colores de las ropas los que compensan el gris de todas las construcciones de ladrillo de hormigón arracimadas.

Hacer la oración por la mañana contemplando esos tejados de uralita cubiertos con cualquier cosa para que no se vuelen te hace fijarte en esos otros pequeños detalle. Sus abluciones con una tetera en el patio, Aquí no es lo de fuera lo que te va a hacer saberte digno, sino tus acciones.

Después de desayunar, como ya hemos dejado un equipo local que nos está ayudando con las mesas de corte y que ya lo hacen mejor que nosotros, pobres aficionados, y las mujeres ya han acabado su primera casulla, nos vamos a conocer el dispensario.

La hermana Regina es también el alma de este centro, que ya cuenta con una enfermera que se formó de joven en el centro Kalasans y otro médico joven. A primera hora no hay casi gente en el dispensario. Aquí primero hay que lograr el pan de cada día, luego ya puedes plantearte si te duele algo.

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El centro está en muy buenas condiciones, la verdad. Manos Unidas y mas instituciones han colaborado mucho.

Para llegar hasta allí hay que cruzar en barrio construido de cualquier manera y sin ninguna canalización. Cruz Roja hizo unas pequeñas fosas sépticas de 1 metro de profundidad, pero cuando se han llenado no han hecho mas que colaborar al problema.

Caminar con Regina por El Barrio es caminar con la sabiduría del brazo, la que da los años y la experiencia. Así le hemos podido escuchar hablar de tres pobrezas. La primera es no saber. Por algo su orden abandonó colegios prestigiosos en el centro de Madrid para venir a lugares como este. Aquí la educación es una emergencia. La segunda es no querer. En ningún sitio como en este se nota que el hombre no puede vivir sin esperanza. ¿Cuál es la esperanza? ¿Vivir bien? Aquí queda claro que la propuesta moral De la Iglesia es para todo hombre salvado por Cristo. Tener una vida buena. La última, la que mas indigna a Regina, que conoce la pobreza desde sus orígenes es no poder. Junto a la casa de un potentado local vemos como ha levantado las calles para que a él no le lleguen las aguas cuando venga la estación de lluvias, sepultando la casa del vecino, que ahora tiene que poner unos ladrillos en el pasillo para poder andar en su casa inundada. No se puede quejar, porque quizá está en esta viviendo en este barrio porque dejó una deuda en Dakar cuando vino a intentar salir adelante. Los abusones son iguales en todos los continentes.

Mientras ya casi está terminada la segunda casulla.

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Almorzamos mientras Regina nos explica el nombre del barrio.

Sam Sam significa para, para!. Es una historia que nos conecta a los monoteístas. Se cuenta que lo dijo Agar, la esclava con la que Abrahám tuvo un hijo antes del hijo de la promesa. Cuando Sara expulsa a la madre de Ismael al desierto, sin comida ni agua se paran a dejarse morir bajo una sombra. pero al ver un jabalí con barro buscó de donde vendría ese barro y acabó encontrando agua sucia en el barro, escarbó y escarbó tanto que al final tuvo que decir “para, para” Y ahora es el día a día de este barrio. Luchar contra el agua que sale del suelo y se filtra por cualquier esquina. Si Felipe II no pudo con los elementos, sin duda Regina va a intentar, como Moisés, parar las aguas a derecha e izquierda.

Regina descansa, porque es sabia y va a seguir trabajando, y nosotros con ella.

A las 15.45 nos vamos a comprar. Queremos poder quitarle el óxido a las puertas del Consultorio, que tras unos años acabado pero sin asistencia sanitaria está un poco deteriorado.

Antes hemos pasado donde Manolo. Un asturiano con una nave de hormigón donde almacena todo lo que los españoles no somos capaces de reciclar. Por eso este país parece un inmenso mercadillo. Él también se recicló cuando la crisis. Transmite un aire de quien ya lo ha visto todo, pero solo hay una cosa en lo que sigue creyendo: la hermana Regina. En un momento dado, tras pagarle nosotros en euros el equivalente a 48.000 cefas por unos útiles de cocina que hemos comprado, dice: “Hermana, podría usted llevar la nave entera si quisiera”. Sus deudas ya ascienden a 400.000 cefas. Por eso viene tanto Regina, porque el crédito es ilimitado. Ya pagará cuando quiera la providencia.

Después de varios intentos Regina nos lleva a un nuevo comercio de pinturas que por fin si tiene lo que necesitamos para el consultorio. Pero habrá que volver mañana.

Volver mañana aquí es bastante dramático.

Manolo nos lo contaba. Ir al banco supone madrugar, una hora de atasco y llegar para tener el número 21. ¿Tienes prisa? Aquí son dueños del tiempo. Los muchos carros tirados por un caballo esquelético nos lo recuerdan.

Entre los múltiples yaga yae, de color blanco y sin cristales de los que cuelgan viajeros subidos en cualquier esquina se ven unos taxis como los de Barcelona en los años 80´. Lo digo por el color y los modelos. ¿Os he dicho que Dakar parece un eterno mercadillo? ¿Y qué me contáis de esos desguaces del este y sur de Madrid? Eso son las carreteras de estas ciudades. Pero aquí los coches andan y queman el combustible que les permitirá llevar algo de comer hoy a casa. Los que no conducen se mezclan entre el tráfico para vender lo que tengan. En un momento dado se nos cruza un hombre, de los pocos mayores que hemos visto, con un peregrino cargamento de cuerdas para saltar la comba, calentadores de agua y más cosas en un absurdo revoltijo. El calentador me ha llamado la atención porque llevo buscando algo parecido para los bautizos por inmersión de mi parroquia. Y Regina ha encontrado una manera por fin de lavarse el pelo con agua caliente y evitar así sus problemas pulmonares. El tráfico había ido avanzando, pero tan lento como permite el atasco. Este hombre nos alcanza y comienza el regateo. Al final nos llenamos dos por el precio de uno. 3.000 cefas

Los Car Rapid son unas furgonetas un poco mas pequeñas pero mas coloridas que hacen aún mas bonito navegar por esta jungla urbana. Fr Ioseph, mi compañero camerunés me dice cuando monta conmigo en Pozuelo que yo podría conducir en su país. He descubierto infinitas maneras de cruzar una rotonda, y si, por el centro también vale. Me gusta.

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Otro atasco mas nos llevará a Rufisque, la primera ciudad colonial de los franceses en el país. Es un centro medianamente urbanizado, porque aquí todo parece sin acabar, con un centro de casas con acabado de tejas, pero de estilo borgoña. Como no hemos venido de turistas, sino a negociar con Touba no lo visitamos.

Este hombre es una sonrisa pegada a un pescador que nos encontramos en un mercado de pescado para el que no estábamos preparados los recién llegados.

Allí unas barcas de madera llenas de colores, años y porquería se acercan lo que pueden a la orilla mientras montones de porteadores se meten en el agua con cubos o bandejas de metal o plástico a comprar directamente el pescado a la barca y traerlo a la orilla sobre la cabeza.

Allí el pescado salta directamente. Por lo vivo que está o por lo vivos que están. La cara de un pícaro cuando hurta es igual a pesar del color de la piel.

Hemos conseguido financiar una pequeña barca para Touba y que pueda subsistir por su propio trabajo. A Regina no hay que darle clases de Doctrina Social de la Iglesia. Lo suyo es ortopráxis. La realidad se impone a la doctrina.

Como no quiere que Touba caiga en la pobreza de no querer le dejará, como a Babacar, al taxista que nos lleva, tener su propio negocio y vivir de su trabajo, pero a cambio de que cada 15 días surta de pescado a las hermanas y la escuela de restauración. Pero además estará obligado a poner mes a mes una cantidad en una cuenta para reparaciones. Queremos que Touba siga siendo pescador no hasta que algo se rompa, sino mucho mas tiempo.

La barca la tenemos financiada, pero nos hemos llevado un susto. El motor, solo de 15cv para que no consuma mucho escapa de nuestros cálculos y posibilidades 1.600.000 cefas. Mas de 2.400€, mucho para ese motor hasta en España.

Ya veremos. Aquí hay que acostumbrarse a ir al ritmo de las cosas. Nosotros no somos dueños del tiempo y compartirnos la pobreza de no poder, y a mucha honra.

El puerto tiene la misma basura que hemos visto en nuestro barrio, pero también un penetrante olor a pescado que lo invade todo.

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Ya está oscuro, porque aquí no anochece. Se apaga el sol y se acabó. A todo hay que acostumbrarse.

A punto de irnos aparece uno de esos coches con apariencia de desguace con el maletero levantado por un palo y dos baldes repletos de pescado. El primero tiene dueño, pero el segundo se puede negociar, y ahí entra Regina y Touba. Sin regatear no hay mercado. Y un pobre entre los pobres no puede comprar caro. Cerramos el precio de todo el balde adelantándonos a otra mujer porque nosotros compraremos toda la mercancía, que aún se mueve, por 45.000 cefas. Regina se ha negado a subir a 50.000 y ya sentados en el coche para irnos se ablandan. Esta semana era buena para vender pescado, porque por la luna llena ha hecho que haya menos y se vende mas caro. Al cambio -sin haber pesado el pescado- calculamos que el kilo no superará los 2€. No sabemos si es Urta o son Besugos, pero frescos desde luego están. Vaciamos todo el maletero del agua que hemos encontrado mas barata en el Auchan para meter el pesado en una nevera prestada y vuelta a casa. Es noche cerrada desde hace mas de una hora, pero con la luna llena y sin el calor del sol el “mercadillo” está mas animado que nunca.

Hemos pasado por uno de cabras, donde los ponys resultan pequeños a su lado. Son delgadas y mal alimentadas, porque hasta los cartones se comen en ausencia de verde.

Última parada para comprar fruta. Aquí soy un blanco perfecto, y mido 1,80. Desapercibido no paso. Una legión de pícaros se nos acercan como las moscas, pero mucho menos pesados, con la educación y dignidad de los hijos de Dios. Su paciencia tiene recompensa y Regina les compra dos bananas que hace comerse delante de ellas para que no las vayan a volver a revender. Esta mujer es mas senegalesa que ellos mismos después de casi 20 años en esta Misión .

Llegaremos tarde a cenar, pero las otras hermanas -africanas- han ido al ser de día -no las hemos visto en el desayuno- al entierro de un joven sacerdote en un Yago yae. Entre las distancias, los atascos y las costumbres funerarias no volverán hasta tarde y nos aguardan pacientemente ya que tampoco nos hemos comunicado por teléfono. ¿Qué necesidad hay?

¿Sabéis lo extraño que resulta no ver a la gente por la calle con esos móviles que se llaman inteligentes, pero que parecen haber absorbido su sabiduría del cerebro de los que andan como zombies sin mirar a su alrededor? Aquí no lo veréis.

Después de cenar no esperéis mucho mas. Hoy ni ganas de tomar el fresco en la terraza. Hay que dormir hasta que la mezquita decida. A la cabra que duerme en casa de los vecinos ya ni la sentiremos. Mañana será otro día

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