Algunas victorias se consiguen sin peleas, sin que se mueva un ejercito. En fin, sin ningún otro movimiento mas que la tranquilidad; la inmovilidad. Si es el rey de Israel baje ahora de la cruz. Esta Frase terrible de los judíos es clave para entender el sentido del gesto de Jesús: Permanecer clavado. Parece que ha salvado a otros, ahora no se puede salvar a si mismo. Y Jesús no hace nada, no contesta nada. Es aquí donde la cruz se vuelve vergonzosa: Jesús no es un héroe. Su poder parece ineficaz frente a los clavos, los insultos, los golpes… Y si no puede salvarse de la prueba, ¿cómo me salvará a mi? No hace nada mas que estar ahí, sufriendo su condena igual que lo haría otro cualquiera.
Esta experiencia del Dios impotente, incapaz de cambiar nuestra suerte, en estos momentos la están viviendo muchos de vosotros. ¡Cuántos rezaron, suplicaron, pero nada! Dolor inefable que ninguna palabra logrará jamás describir o curar.
¡Cuántos feligreses dolidos viendo los templos inasequibles a causa de lo que vivimos! ¿será nuestro Dios impotente frente a la enfermedad? ¿serán inútiles nuestras súplicas, nuestras oraciones? Parece un éxito total y completo del mal sobre nosotros.
Hay victorias que se logran sin movimientos físicos. Eso si lo estamos aprendiendo también. Hasta el pasado mes de enero muchos no hubiesen creído que ante una enfermedad nuestra mayor aportación sería quedarnos en casa. Y aquí estamos: ¿Quieres ayudar? Quédate en casa.
“Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya”. ¿Por qué bajar de la cruz si es ahí donde tiene que estar? Permanecer en esta condena no es “no hacer nada”. Es precisamente no solo frenar el mal, sino y mas bien derrotarlo para siempre.
Jesús, damos la fuerza de conseguir esta gran victoria contigo, permaneciendo igual que tú quietos en nuestras casas, quietos en la cruz. Amén.
Raymond José Essindi Mbalá